lunes, 2 de mayo de 2011

El Grajo Negro



















Esta ave de elegante presencia y colorido, es muy vivaz y activa, distinguiéndose por su refinada astucia.

En nuestro país frecuenta los grandes bosques de robles y encinales, en los que encuentra su principal alimento, consistente en las bellotas que producen estos árboles y de los cuales se nutre en la época invernal.

En la primavera, se aíslan por parejas y el resto del año vive en familias reducidas o pequeños bandos, que vagan de un punto a otro en los bosques en que ellos hacen su vida.

- El Grajo o Arrendajo tomado de su vuelo es pesado, torpe e incierto y por eso, no se atreve a volar grandes distancias en una sola etapa, deteniéndose en cada árbol  o mata solitaria que encuentra en su paso a recorrer.

En el arbolado se mueve con una agilidad no conocida en ninguna ave de su tamaño, lanzando un grito desagradable y ronco, cuando se ve sorprendido con la presencia de algún enemigo cercano, anunciando al mismo tiempo a todas las aves del contorno, el peligro en que se encuentran.

Cuando se ven seguros y tranquilos, explotan el don que poseen de imitar una conversación entre varias personas.

Algunas veces maúllan imitando al gato, o imitan cualquier grito de persona o animal que se encuentra en la espesura donde ellas habitan; y para que el lector se dé cuenta de las bellas características que adornan a esta rapas y dañina ave, voy a señalarlas, siendo las siguientes:

Su tamaño es el de una paloma corriente, siendo su color dominante el de negro  en el vientre; tiene la rabadilla blanca;  la garganta blanquizca, rodeada de una faja negra que baja de las mejillas; la parte superior de la cabeza está manchada de blanco y negro, formando un hermoso moño cada vez que al ave le place; las rémiges son negras, con listas de blanco agrisado; las rectrices negras y orilladas de azul; las cobijas superiores de las rémiges primarias, tienen rayas de azul y blanco; el pico es negro y las patas de un gris de negro siendo su largo total de 36cm a 55 cm de punta a punta de ala, y ésta plegada mide 18cm y la cola 16cm.

Es conocida entre nosotros con los nombres grajo  en el resto del país.

A estas características de esta bonita ave, van unidas otras particularidades que la hacen menos  amable. Se trata del ave más ladrona de nidos que existe en nuestros  bosques, alimentándose el verano a base de huevos y crías de pájaros de todo tamaño, al mismo tiempo que consume también gran cantidad de frutas y hortalizas, granos y cereales  siendo muy perseguida por el hombre.

Hay que declarar a su favor que, también se nutre de lagartos y víboras, gustándole sobre todo alimentarse de estas últimas, de las cuales hace un gran consumo en la temporada que crían a sus polluelos.

Para que el lector se dé cuenta de la veracidad de que el grajo posee el don de imitar a toda voz que oye, voy a relatar un hecho sucedido al autor de este escrito en un hermoso amanecer de un día de verano.

Habiendo hallado la guarida de un tejón en pleno barranco de un monte salvaje, decidí dirigirme a media noche a dicho lugar con intención de darle caza a la entrada de su madriguera, haciéndole guardia a su retirada.

Estaba yo en el puesto desde media noche sin que se notara no positivo al regreso del tejón a su cueva, cuando al aclarar el día de una hermosa mañana, noté el movimiento de infinidad de aves y demás habitantes de aquella salvaje naturaleza.

A pocos pasos de mi escondite, había un hermoso cerezo silvestre cuajado de fruta, donde  acudían sin meter el menor ruido una gran variedad de aves de diferentes especies, las cuales, sin duda, acostumbraban alimentarse con toda tranquilidad en dicho lugar.

En este momento me disponía a abandonar la guardia al tejón, cuando oí maullidos de gato tan cercanos y claros,  de que algún animal se acercaba en el acto, pero después de esperar algún rato, cuál fue mi extrañeza al oír conversar repentinamente a la misma distancia que sentía los maullidos del gato. Las voces variadas, gangosas y poco claras, parecían verdaderamente de persona y asemejaban a las que pronuncia un ventrílocuo cuando trabaja con sus muñecos.

Asombrado de tantas cosas raras que estaba presenciando y no sabiendo a qué obedecían, instintivamente me hallaba  acariciando entre mis manos al entonces más estimado compañero, que era mi perro y poniéndome en guardia con todos los sentidos, esperé los acontecimientos que yo creí venían de un momento a otro ... pero, cuál sería mi asombro al ver que encima de las ramas de mi escondite se posó con mucha suavidad un hermoso grajo, que a continuación comenzó nuevamente su charla de ventrílocuo, variando con los  maullidos de gato.

Con serenidad, que en estos casos se requiere, hice un esfuerzo para no moverme en mi escondite y  tener la certeza de que el autor de tanta incertidumbre estaba a poca altura de mi lugar, lo que comprobé a los pocos minutos.

A continuación abandonaba aquellas  salvajes montañas a las que me llevaron las huellas del hermoso tejón que no hubo manera de verlo.

El grajo común, dice el sabio ornitólogo señor Naumann: “posee en el más alto grado, el don de imitar y es por tal concepto un verdadero artista; pronuncia todos los sonidos que oye en el lugar donde hace su vida y repite de un modo inimitable,  el grito de las aves de rapiña, el relincho del caballo o de cualquier otro animal, así como el sonido de la sierra que trabaja en el bosque”.

Estas aves entran en celo al comienzo de la primavera,  construyendo su nido en un tronco de árbol no de mucha altura, y lo fabrican por fuera a base de ramas delgadas y secas que sirven de apoyo a una porción de hojarasca, estando el interior cubierto de musgo y otras finas hierbas, donde se crían sus polluelos con toda comodidad.

Contiene en general de tres a cinco huevos de color beige con motas o manchas de color marrón oscuro.

La incubación dura 16 días; los padres alimentan a su polluelos con orugas, larvas e insectos y más tarde con pajarillos. También los alimentan con víboras de las que son muy aficionados.

Uno de los primeros nidos que encontré yo esta primavera los polluelos estaban  regularmente emplumados,  pero mi sorpresa fue grande al ver que cada polluelo tenía un pedazo de víbora que le sobresalía fuera del pico, que sin duda era el alimento que sus padres le habían llevado para su sustento.

En la seguridad de que se estaban ahogando o no podrían hacer la digestión de alimento tan extraño, intenté quitarles los pedazos de víbora tirando de ellas con suavidad, pero tal era la profundidad en que lo tenían metido, que no conseguí más que elevarlos en el aire.

Al encontrarme con cosas tan raras motivadas por mi ignorancia sobre la biología de estas aves, acordé dejarlas un par de días más, con objeto de que se emplumaran mejor e hicieran al mismo tiempo la digestión de los bichos que sobresalían de sus picos.

Los padres, como es natural en estos apurados  trances, andaban alrededor  del nido y aunque yo veía lo mucho que se acercaban a sus polluelos, no sospeché que quizá aquel mismo día los harían desaparecer de aquel lugar como luego he sabido es su costumbre en estos casos.

Después de transcurridos los dos días,  intenté llevarlos a casa para criarlos, pero me encontré con que ya habían sido trasladados a sitio más seguro, donde los acabarían de criar con toda tranquilidad.

El grajo adulto es el ser más ingrato y difícil de educar, pero cuando se le cría en cautividad, es ave que se acostumbra a vivir en compañía del hombre.

Cuando se le cría en cautividad, es el ave que mejor se acostumbra a vivir en su compañía, no alejándose mucho del lugar donde se ha criado, aunque viva en plena libertad alrededor de su casa o habitáculo.

Se le puede enseñar a pronunciar muchos nombres y palabras que no olvida nunca, siendo muy  fiel a su amo a quien reconoce y aprecia con gratitud.